En líneas generales y en términos de psicología clínica, hemos de distinguir entre 2 problemas relativos a la obsesión.

El primero tiene que ver con los rasgos caracteriales (de personalidad) de cada uno. Una persona puede tener una tendencia a lo obsesivo o acercarse a lo que llamamos personalidad obsesiva  sin significar esto que le genere grandes perjuicios en su vida. Pero si estos rasgos son muy marcados e intensos en la persona, sí puede verse afectada su vida  generando un trastorno.

Rasgos de una persona obsesiva

Una persona obsesiva se caracteriza fundamentalmente por estar muy preocupada por el orden, el perfeccionismo y el control mental y de sus relaciones interpersonales. Por ello, son personas poco flexibles y poco espontáneas.

Algunos de los rasgos más frecuentes de estas personas son:

  • Poseen un alto grado de preocupación por los detalles, la organización, los horarios, el orden o las normas. Son personas que hacen listas de cualquier cosa.
  • Perfeccionismo, hasta el punto de no poder terminar las cosas si no están a la altura de su elevada exigencia. Esto puede provocar por ejemplo, falta de eficacia en el trabajo.
  • Se dedican excesivamente al trabajo pudiendo dejar de hacer cualquier actividad de ocio.
  • Escrupulosidad y terquedad en los valores éticos y morales.
  • Pueden tener dificultades para tirar cosas incluso cuando no les tienen apego alguno.
  • Marcada incapacidad para delegar trabajo en otras personas.
  • Rigidez y obstinación.

En el segundo caso, el trastorno obsesivo compulsivo viene marcado por una gran carga de angustia, ansiedad y malestar. Se diferencia de la personalidad obsesiva en varios aspectos.

Rasgos de la persona con trastorno obsesivo complusivo:

En la parte referida a la obsesión:

  • Los pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes son intrusivos e inapropiados, aparecen de manera automática y causan un malestar importante.
  • Estos pensamientos no se reducen a simples preocupaciones rutinarias.
  • Se intentan frenar o evitar estos pensamientos mediante otros pensamientos o acciones.
  • La persona normalmente puede reconocer que estos pensamientos intrusivos son irracionales y que son generados por su mente.

En la parte referida a la compulsión:

  • Realiza compulsiones, que son actos mentales o comportamientos repetitivos que pretender mitigar la angustia que genera el pensamiento obsesivo. Algunos ejemplos son lavarse las manos, comprobaciones, ordenar objetos, contar, rezar, etc.

Pongamos un  ejemplo de trastorno obsesivo-compulsivo: Lara es una mujer de 40 años. Llega a la consulta porque refiere sentirse muy agobiada y no tener ningún control sobre su vida. Además refiere tener dificultades para encontrar pareja. Explica que está obsesionada con contagiarse de alguna enfermedad infecciosa (obsesión) y por ello se lava las manos 40 veces al día con distintos productos, dedica excesivo tiempo y energía a limpiar su casa de posibles gérmenes y además le da miedo salir a la calle porque las probabilidades de contagio son mayores (compulsiones). Todo ello dificulta severamente su día a día, ya que no puede dedicarse a cualquier tarea sin el miedo intenso que le genera la obsesión por la infección. Además tiene problemas para relacionarse con la gente porque les resulta difícil lidiar con su enfermedad.

Como vemos, estos son problemas que pueden alterar nuestra vida y nuestra rutina.

¿Es necesario ir al psicólogo por una obsesión?

En el caso del trastorno obsesivo-compulsivo sí es altamente recomendable, ya que es muy difícil que la persona consiga afrontar sus dificultades por sí sola y además hay tratamientos eficaces para trabajarlo.

En el caso de la persona con rasgos obsesivos, os recomendamos que os hagáis la siguiente pregunta: ¿ser una persona obsesiva me genera malestar o dificultades en mi vida? Si la respuesta es sí, no lo dudes, pide ayuda a un psicólogo.

Te esperamos en nuestra clínica de psicología de Madrid.