En nuestra consulta de psicología de Madrid recibimos con frecuencia a padres preocupados y frustrados por sentir que no saben gestionar el nerviosismo y la impulsividad de su hijo. Por eso, hemos decidido escribir unas recomendaciones para padres con hijos impulsivos esperando que os sean de ayuda.

  1. Un objetivo prioritario es ayudarles a entender lo que les sucede. No se trata de que el niño no quiera controlarse, sino de que no consigue hacerlo. La impulsividad puede ser algo heredado genéticamente, y por tanto hay un componente fisiológico importante detrás de las conductas impulsivas. Nuestra tarea es empatizar con el niño, entender su frustración por no conseguir mayor autocontrol, y darle herramientas para manejarse mejor. Estas reflexiones sobre su comportamiento no deben realizarse en el momento de la conducta impulsiva, sino cuando las cosas se hayan calmado.
  2. Debemos intentar ser un ejemplo. Los niños copian nuestras conductas en muchos casos, y por ello, debemos cultivar nuestra capacidad de autocontrol. Debemos intentar no tomar decisiones de manera rápida e irreflexiva o enfadarnos demasiado vehementemente con nuestro hijo cuando haya hecho algo de forma impulsiva.
  3. Ayudar a aumentar el control corporal. Los niños deben aprender a leer las señales de nerviosismo y agitación, pues cuando las hagan conscientes podrán aprender herramientas para frenarse o ponerse en “pause”. Podemos jugar a actividades que supongan hacer tareas rápidas (como echar una carrera siendo caballos) o tareas más lentas (como echar una carrera siendo caracoles)
  4. Deben aprender a canalizar su exceso de energía canalizándola a través de tareas productivas. Un ejercicio físico intenso puede ser muy apropiado para estos niños (jugar al fútbol, el atletismo, el judo o las artes marciales siempre que estén acompañadas de disciplina de trabajo, pueden ser actividades altamente recomendables). También en casa se puede dedicar un tiempo y un espacio físico a esto, previamente pactado con el niño, donde pueda liberar esa energía. De esta manera cuando esté muy agitado, podrá retirarse a ese lugar hasta que se calme y sea el niño quien se autorregule. Esto puede ser muy positivo porque así conseguimos que el niño detecte cuando va a perder el control y sea él mismo el que le ponga remedio. Así le ayudaremos a sentirse autoeficaz.
  5. Los niños con impulsividad suelen tener un déficit en el control de sus funciones ejecutivas y esto quiere decir que tendrán dificultades en organizarse, planificar o estructurar una tarea. Por ello debemos ayudarles a crear rutinas de trabajo, explicar cómo organizarse, enseñarles a estudiar correctamente, crear un horario con él, etc.
  6. Debemos ayudarles a establecer consecuencias después de realizar alguna conducta impulsiva. Los adultos tenemos la capacidad de inhibir conductas porque sabemos que pueden tener consecuencias negativas pero los niños no las conocen. Por lo tanto debemos ayudarles a entender qué puede ocurrir si actúan de manera rápida e irreflexiva. Les explicaremos cómo ellos se podrán sentir y qué tipo de consecuencias habrá en función de la conducta realizada.
  7. Realizar actividades para potenciar la concentración y la atención. Muchos niños con problemas de impulsividad tienen problemas de atención y esto puede provocar algunas dificultades de aprendizaje. Nuestra tarea será buscar juegos y actividades que le ayuden a mejorar su atención y concentración. Recomendamos algunos juegos de mesa, el ajedrez o el memory, así como algunos videojuegos de carácter didáctico ya que algunos de ellos podrán conducirles a un nivel de excitación mayor.
  8. Enseñar a seguir instrucciones enseñando el orden en el que pueden hacerse determinadas tareas como ordenar su habitación, hacer la cama o incluso enseñarles a cocinar cosas adaptadas a su edad.
  9. Dar una paga y enseñar a gestionarla es otra tarea muy positiva para estos niños. Con su dinero pueden comprar cosas que quieran, pero también aprenderán a demorar la gratificación, a ahorrar, a saber cuánto necesitan reunir para algo determinado. En definitiva, estarán planificando y reflexionando.
  10. No debemos comparar a nuestro hijo con otros niños, menos aún afirmando lo tranquilos que son otros niños de su edad y lo bien que se portan.  Esto debe tratarse como un problema en el que todos van a trabajar para ayudarle. Así hacemos consciente al niño de un aspecto que debe trabajar y mejoramos su capacidad de autocrítica y su capacidad para resolver problemas. Esto siempre lo acompañaremos de un refuerzo positivo de todas las fortalezas del niño.