El aumento del número de divorcios es un importante cambio social que repercute en la salud, tanto física como psicológica de todas aquellas familias que lo atraviesan. Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2015 se disolvieron (entre nulidades, separaciones y divorcios)  101357 parejas. A estos datos habría que sumar las rupturas de todas aquellas parejas que mantenían una convivencia pero que no estaban registradas oficialmente. Por tanto, nos encontramos ante un gran número de personas afectadas por esta difícil situación.

Esta situación es especialmente estresante para los hijos de estas parejas. Son cada vez más los casos que llegan tanto a Atención Primaria y Pediatría, como a las consultas de los psicólogos, de niños con sintomatología física y psicológica que aparece durante y después del proceso de separación.

Cuando una pareja se separa se inicia un proceso de duelo ya que esto supone la pérdida de un plan y unos objetivos comunes, de unos sueños, de amistades compartidas… Y esto obviamente afectará en todos los planos personales del adulto. En un proceso de separación se pierde.

Y los hijos también pierden, pierden su idea de familia, su estabilidad y sensación de seguridad. Ellos también tienen que elaborar un duelo psicológico y nuestra tarea, la de los adultos que les acompañamos por el camino, es ayudarles.

Los adultos podemos tener más herramientas y mecanismos para afrontar positivamente la separación, pero los niños, como personas en pleno desarrollo, tendrán más dificultades para manejarse ante ello.

Con esto no pretendemos plantear la idea de que un divorcio sea una equivocación. En absoluto, a veces es necesario. Todos tenemos derecho a sentirnos bien, y si la continuidad de la pareja lo impide, es una salida. Pero hay que buscar las maneras de que se realice de la mejor manera posible para los adultos y especialmente para los niños. Hay que trabajarlo con el objetivo de construir una buena vida distinta a la vivida hasta el momento.

Cómo afecta el divorcio a los niños

Son muchos los factores que influyen en la manera en que los niños puedan gestionar esta situación, entre ellos:

  • La edad
  • La presencia de hermanos
  • La estabilidad emocional del niño durante el matrimonio
  • Vivir o haber vivido otros hechos estresantes
  • Las características de cada uno de los padres
  • Tipo de relación y comunicación con los padres antes y después del divorcio
  • Nivel de problemática entre los padres
  • Proceso de decisión acerca de la custodia
  • Cambios que viva el niño después del divorcio (de colegio, de actividades, de amigos, etc.)
  • Factores de resiliencia propios del niño
  • Apoyo recibido por otras personas o familiares

En cuanto a los síntomas físicos y psicológicos que pueden entenderse como una señal de alarma, estos son algunos de ellos:

  • Dolores físicos constantes que no mejoran con tratamientos médicos. En los niños son bastante frecuentes los dolores de cabeza, los problemas estomacales, los problemas en la piel y los dolores musculares

Los niños somatizan con frecuencia cuando se encuentran ante situaciones que les generan un malestar emocional intenso y duradero. Esto quiere decir que transforman el malestar psíquico en físico, primero, porque pueden no reconocerlo, segundo, porque no saben cómo manejarlo. Así que el cuerpo toma el control y «pide ayuda».

  • Problemas de alimentación y de sueño
  • Cambios repentinos en el ánimo
  • Explosiones de ira frecuentes
  • Hiperactividad

Esto no siempre querrá decir que el niño sea hiperactivo, sino que atraviesa por una situación que le mantiene inquieto. Repetimos que los niños, especialmente los pequeños, no saben qué hacer con su malestar, así que a veces lo actúan.

  • Problemas de conducta
  • Bajo rendimiento escolar

Es importante apuntar que el daño psicológico posterior a una separación dependerá más de la actitud de los padres que de la ruptura como tal.

Consejos para manejar un divorcio con hijos

Os ofrecemos unos cuantos consejos para ayudar a los niños de la mejor manera posible a procesar estos momentos de impacto para ellos:

  • Separar la vida de los adultos de la de los niños. Ellos no tienen porqué hacerse cargo de esta situación
  • Dar la información que se estime saludable para los niños y en términos que entiendan acerca de la separación (dar la información acorde a su edad)
  • Mantener una relación cordial y de respeto entre los padres, atendiendo de manera conjunta todo lo relativo al cuidado de los hijos
  • Ser responsables en las decisiones a tomar respecto a la custodia
  • Mantener un equilibrio entre dar el cariño necesario en estos momentos pero también poniendo límites si aparecen problemas de conducta
  • Mantener el contacto con el resto de familiares (tíos, abuelos, primos, etc.)
  • Proporcionarles un espacio nuevo (si los hay) como una habitación donde se sientan cómodos y a gusto. Que puedan sentirlo suyo
  • Escuchar y atender a sus necesidades emocionales
  • Mantener contacto frecuente con tutores o profesores para detectar a tiempo posibles problemas

Dependiendo de cómo se maneje esta situación por parte de los padres, podrá haber una repercusión a largo plazo en el hijo, ya que puede afectar en cómo el niño se relacione con otras personas, cómo se maneje con el sexo opuesto, en cómo entienda una relación de pareja y en cómo aprenda a resolver sus conflictos.

La actitud de los padres es un buen predictor en cuanto a superar con éxito, o no, una separación. Hay que tomar decisiones responsables, escuchar a los niños, atender y entender su dolor, y apoyarles en el proceso.

 

Rocío Sánchez.