El acoso, en todas sus formas, tiene un funcionamiento similar ya que la relación establecida entre acosador y acosado es siempre una relación negativa nacida de la suma de el ansia de poder y la perversidad, definida según la RAE como “sumamente malo, que causa daño intencionadamente”.

No hace falta que hablemos de grandes actos perversos para etiquetarlos como acoso laboral, sino de de esas pequeñas acciones rutinarias que desgastan al acosado y que suelen pasar desapercibidas para los demás o son normalizadas en el ámbito empresarial.

El acoso laboral es destructivo ya que en muchas ocasiones la consecuencia última es la salida del territorio perverso mediante bajas laborales o dimisiones. Estos hechos constituyen un daño psicológico, una sensación interna de fracaso de la que es difícil recuperarse.

El también llamado mobbing (de mob, que significa manada, plebe, muchedumbre) es una forma de psicoterror que actualmente sólo se aborda en los casos de acoso sexual en el trabajo (y no en todos los casos…)

¿Cómo se produce el acoso laboral?

Como decía, este tipo de acoso se fundamenta en dos procesos: la manipulación perversa y el abuso de poder. En un principio, la víctima intenta relativizar lo que está ocurriendo y no sentirse ofendida ante los primeros ataques del agresor. Con el tiempo, estos ataques van aumentando en frecuencia e intensidad y la víctima se va sintiendo acorralada e inferior, sin posibilidad de defensa o de salida ante la situación. Estos ataques suelen ser en forma de humillación y vejaciones, en muchas ocasiones muy sutiles, que van minando la autoestima de la víctima, hasta el punto de sentirse confundida y responsable de tales acciones.

Este suele ser un fenómeno circular: las acciones del acosador quieren provocar la ansiedad de la víctima, la cual se pone a la defensiva. Tras un tiempo se genera una especie de fobia mutua entre agresor y víctima; el agresor se siente rabioso ante el agredido y el agredido siente miedo del agresor. Así pues, se mantiene el ciclo de agresión –defensa. El miedo lleva al acosado a comportarse de manera extraña y a cometer errores, y este hecho será utilizado por el acosador para su fin, la destrucción de la persona y su posterior satisfacción.

¿Qué personas suelen ser víctimas de acoso laboral?

Podemos pensar que las personas que han sido y son víctimas de estos movimientos perversos pueden ser más débiles, con menos carácter y menos capacidad de resolver estos conflictos. Pero esto puede no ser así, pues no hay guerra si no hay contrincante. Cuando una persona reacciona y lucha ante esta forma de autoritarismo, cuando resiste, pasará a ser blanco principal del agresor.

Suele ocurrir que algunas personas protegidas en la empresa sean objetivo de acoso laboral. Pongamos un ejemplo. Una mujer trabajadora, capaz y eficiente anuncia su embarazo en el trabajo. Los próximos acontecimientos serán por tanto una baja maternal, ausencias de la trabajadora cuando su hijo esté enfermo, no poder hacer horas extra por la dedicación a su hijo, etc. En resumen, la empleada deja de estar completamente a disposición de su superior. Durante el embarazo pueden aparecer comentarios del tipo “tu carácter ha cambiado”, “estás distinta desde el embarazo”, “las hormonas…”, “el trato contigo es complicado”, colocando a la mujer en una situación de estrés e inseguridad, aumentando así las posibilidades de que la misma pueda cometer algún error. La persona acosada pierde parte de su capacidad para atender y concentrarse en sus tareas y por tanto, su rendimiento es inferior. Lo cual  acaba justificando los comentarios y la actitud de su superior.

Pueden variar las formas de presentación de este fenómeno, ya que no sólo se dará del superior hacia el empleado (la más común sin embargo), sino que también puede darse entre compañeros (por motivos de diferencias de género, religión, raza, orientación sexual, etc., por competitividad mal llevada, o por poseer el acosado cualidades deseadas por el acosador) o en situaciones donde los compañeros agreden al superior.

¿Cuáles son los mecanismos que impiden que una persona reaccione ante el acoso?

El miedo a perder el empleo puede llevarnos a aceptar este tipo de acciones, lo cual hará que aumente la sensación de poder, control y omnipotencia del agresor.

El control puede lograrse y mantenerse mediante distintas artimañas psicológicas, que en su máxima expresión pueden llegar a revelar rasgos psicopáticos. Estas acciones serán tales como el descrédito, especialmente cuando se hace de manera pública (por ejemplo mediante el uso del sarcasmo o la insinuación), los insultos y descalificaciones directas, la provocación y posterior inducción a error, el rechazo de la comunicación directa o el acoso sexual.

 

La ansiedad, estados depresivos, falta de autoestima o los trastornos psicosomáticos son algunas de las consecuencias psicológicas del acoso laboral. Muchas veces los propios compañeros de trabajo pueden no entender la situación vivida porque no es compartida, con lo cual, la persona afectada no podrá apoyarse en los mismos y se sentirá sola e incomprendida ante el problema. Así que el paso a dar será el de pedir ayuda a familiares o amigos, y en caso necesario, a un profesional que te ayude a identificar la situación y a plantear distintas soluciones al conflicto.

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