Educar a nuestros niños no es tarea fácil, lo sabemos. Son muchos los padres y madres que nos consultan queriendo tener más información sobre cómo dar instrucciones a los niños, cómo reforzarles, cómo ponerles límites y normas… En general, sobre cómo educar a los nños de manera sana y eficaz.

Otras madres y padres nos consultan porque sus hijos tienen problemas de conducta en casa y en el colegio. No toleran las órdenes, desobedecen, son castigados, etc. En estas situaciones los padres buscan ayuda sobre cómo ayudarles y cómo comportarse con ellos.

Quiero introducir 2 términos clave en lo que respecta a la crianza de los hijos: permisividad y autoritarismo.

Permisividad– Nos encontramos con padres y madres de estilo más bien permisivo que encuentran dificultades en poner límites a sus hijos. Esto puede suceder por muchos motivos, entre otros que ellos mismos como hijos hayan recibido este tipo de educación, o que tengan miedo a frenar a sus hijos y a ponerles límites porque piensen que pueden traumatizar a los niños si lo hacen de manera incorrecta.

Poner límites a los niños no significa coartar sus libertades, sino dar orden a un mundo inmenso que se abre ante sus ojos y que les puede generar estrés si los adultos no les ayudamos a ordenar. Poner normas aporta a los niños serenidad y sensación de control. Los niños necesitan límites y así lo demuestran muchos estudios. De hecho, los padres más permisivos podrán favorecer que sus hijos no toleren ninguna frustración porque no conozcan el significado de un NO, y que sean niños con problemas de conducta y problemas emocionales.

Autoritarismo– En otras familias encontramos un estilo marcadamente autoritario, esto quiere decir que se pondrán excesivos límites y de una manera poco flexible y sin posibilidad de que los niños exploren el significado de estos límites (“He dicho que no y punto”) Los padres que actúan desde esta exigencia autoritaria también lo hacen por distintos motivos, entre ellos, haber recibido este tipo de educación o tener la sensación de dar demasiadas libertades a los niños utilizando un tono más “democrático” y dónde los niños puedan analizar el porqué de estos límites.

La repercusión emocional en los niños que reciben este tipo de educación también puede ser grande. Estos niños pueden desarrollar cierto comportamiento agresivo y con los años, paradójicamente, ser personas con problemas para tolerar los límites y que esto les lleve a ser personas inadaptadas.

El continuum permisividad y autoritarismo es una línea en cuyos extremos se colocan estos dos tipos. Debemos tender a buscar posiciones más intermedias, ni permisivas y sin límite alguno, ni autoritarias y con límites rígidos. La firmeza estaría en el centro de este continuum, puesto que podemos poner límites claros y coherentes que sean posibles, claros y comprensibles para los niños.

Consejos para poner límites a los hijos

  1. Firmeza.
  2. Claridad. Intentad ser claros al poner normas. Si decimos “Se bueno” podemos generar confusión en un niño porque en realidad, ¿esto qué significa? ¿Sabe un niño que requisitos son necesarios para ser bueno? ¿Conocen la distinción entre bueno y malo? En cambio si decimos que en el cine “Hay que hablar bajito” el niño entenderá la norma de forma clara y comprensible, y podrá generar su norma interna de que en el cine hay que hablar bajito.
  3. Dar opciones. Si en vez de decir “A la cama” ofrecemos al niño la posibilidad de “Es hora de ir a la cama, ¿quieres que leamos un cuento? ¿Cuál quieres hoy?” Esto ofrece al niño distintas posibilidades y le proporciona cierta sensación de autonomía y control que son valores muy positivos para los niños.
  4. Enfatizar lo positivo. Es preferible decir “Hay que hablar bajito” a decir “No se puede hablar alto” ya que los niños integrarán mejor los contenidos y significados positivos que los negativos.
  5. Poner reglas consistentes. Si la hora de ir a la cama del niño son las 21 horas, deberemos intentar que esta sea la hora a la que se acuestan ya que si remoloneamos y estamos cansados para insistir en que tienen que irse a la cama ellos ofrecerán resistencia, ¡seguro!
  6. Explicar el porqué de las normas. Esto es positivo para los niños para que puedan entender el motivo por el que les ponemos límites. Si explicamos que “Pegar a los niños es malo porque hace daño al otro, no puedes hacerlo” estamos ayudando a que el niño empatice con el otro y pueda entender que es una conducta inapropiada.
  7. Lo que está mal es su conducta, no el niño. “Eres un niño malo” es un mensaje difícil de manejar para un niño. En vez de estas palabras podemos usar “Quitar los lápices a otro niño no está bien”.
  8. Explica hasta dónde pueden llegar. «Si continúas jugando al lado de la piscina te puedes caer» Así ellos mismo podrán hacer una valoración interna de los riesgos y peligrosidad que conllevan sus acciones.
  9. Maneja tus propias emociones. Podemos caer en el error de castigar o poner límites a los niños dejándonos llevar por nuestras propias emociones de enfado o frustración. En estas situaciones hay que intentar estar calmado y entender qué está pasando con el niño antes de actuar de una manera desmesurada.

Así que ¡manos a la obra!