No sé si recordáis la historia de Andrés  en la que, días atrás, comentábamos que estaba diagnosticado de Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) y las dificultades que puede provocar tanto en la adquisición de  los aprendizajes en general  como en las relaciones sociales de un niño.

La Historia de Lorenzo es diferente  y por eso quiero contarla.

Érase una vez un pequeño cuyo nombre era Lorenzo. Así se denomina al Sol (de manera popular) el cual nos aporta calor y vida; y es así como esperaban sus padres a Lorenzo.

Todo era amor y  atención hacia el precioso bebé que llegó a la familia en la que ya había una hermana dos años mayor. Su nombre era Luna.

Les pareció simpático jugar con los nombres  y crear su universo particular en el que los cuatro formaban una auténtica galaxia.

Si entramos en el tema que nos ocupa os cuento que, al tener otra hija algo mayor, sus padres percibían que  Lorenzo iba algo más despacio. Los primeros sonidos y gorjeos  tardaban un poco en llegar. Parecía como si no entendiesen nada en absoluto cuando utilizaba los primeros sonidos para después repetirlos asociados a algún objeto o persona muy cercana  y en ocasiones señalándolo como /pa/  /ma/ /pan/  /no/

Empezaron a ver como se sentía perdido y sin fijar la mirada el tiempo necesario para repetir el movimiento o al menos intentarlo.

¿Podría ser que no oía bien? ¿Tendría algún retraso que no detectaban? ¿O era un simple retraso madurativo?

Como ya eran padres y tenían la experiencia de su hija Luna, consultaron a su pediatra. Éste les remitió al otorrino especialista en audiometría infantil y tras consultas varias  observaron que todo estaba bien.

Lorenzo ya tenía poco más de un año y todavía no sabía pronunciar las palabras básicas para ese momento evolutivo y además se enrabietaba porque se le hacía muy difícil  admitir  que no le entendían. La rabieta crecía y se ponía muy nervioso.

Pasaba el tiempo y en la guardería a la que había comenzado a ir la profesora  comentó a sus padres que iba un poco atrasado en su lenguaje  expresivo y receptivo o comprensivo y que habría que tratarlo cuanto antes para que no generara problemas más graves en un futuro.

Gracias al conocimiento y a la atención que los padres procuraban a Lorenzo y a la coordinación de la familia con los especialistas que trabajaban con la escuela infantil, Lorenzo mejoraba e iba cogiendo un ritmo más acorde con su edad. Hasta su hermanita Luna le ayudaba con gestos y jugando con él.

Comenzó a aumentar su número de palabras y a señalar algunos nuevos objetos cotidianos cuando los adultos los nombraban.

Y además, las rabietas que antes nadie se explicaba, comenzaron a reducirse. Los especialistas en trastornos del lenguaje ya tenían bastante clara la intervención y la forma de aprender y de comunicarse más adecuada para Lorenzo.

¡¡Se le veía más resplandeciente y feliz!!

Lorenzo consiguió a lo largo de los años terminar las etapas educativas como los demás niños; con más esfuerzo, con algunas ayudas de profesores de apoyo y alguna adaptación metodológica en alguna asignatura pero consigue llegar a su meta y sentirse bien.

Y…. colorín colorado…., esta historia se ha acabado.

Con esta pequeña representación se puede aprender mucho:

  • Hay que observar a los niños desde su nacimiento y en su día a día.
  • Los especialistas solo actúan si los padres lo solicitan.
  • En la mayor parte de los casos no se detectan causas obvias que afecten las bases biológicas para la adquisición y el aprendizaje del lenguaje.
  • En los centros escolares cada vez se detectan más casos ya que los niños están muchas horas desde muy corta edad en las aulas. Los profesores tienen la importante función de detectar y comunicar a los padres cualquier conducta o aprendizaje que consideren que no está en los márgenes adecuados del desarrollo evolutivo de la edad en que se encuentren los niños.
  • No se debe dejar para más adelante el trabajo de intervención y rehabilitación del lenguaje. El paso del tiempo por sí solo no va a solucionar el problema sino todo lo contrario,  ya que afectará además al área de las relaciones sociales tanto entre iguales como con familia y educadores.
  • En el Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) suelen aparecer algunas otras patologías o trastornos asociados. Uno de los más frecuentes, como demuestran las estadísticas es el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDA-H) lo que nos lleva a trabajar no solo el lenguaje aislado, sino a atender las diferentes alteraciones de conducta que se asocien.

Es mucho lo que puede mejorar un niño si ante cualquier problema o trastorno se interviene pronto.

Estaremos encantados de ayudarte desde nuestra Clínica de Psicopedagogía de Madrid.