Según datos recogidos por el Instituto de la Mujer acerca de los delitos cometidos contra la libertad sexual en España, en 2014 se detectaron 810 casos de agresión sexual con penetración en mujeres, cifra que sumada a otros tipos de delito como la pornografía o la corrupción de menores e incapacitados, u otros delitos contra la libertad sexual suman un total de 6951 casos de mujeres víctimas de este tipo de violencia sexual.

Por otro lado, los casos de hombres agredidos sexualmente con penetración recogidos en este estudio de 2014 son 78, sumando con el resto de delitos contra la libertad sexual un total de 1335.

Si sumamos el número de casos de hombres y mujeres en 2014, encontramos que se tiene constancia de que 8286 fueron víctimas de alguna forma de violencia sexual.

Y esto sólo es la punta del iceberg, ya que se estima que esta cifra supone menos de la mitad de los casos reales.

El exponer estas cifras en este texto no pretende otra cosa que no sea crear conciencia sobre este tema. Desde Círculo Psicología creemos que es importante hablar de esto pues no debe ser un tabú.

Qué son los abusos sexuales

Abusar: (1) Usar o aprovecharse excesiva o indebidamente de algo o de alguien, en perjuicio propio o ajeno. (2) Violar a alguien.

Es decir, el abuso sexual es todo contacto sexual no consensuado o no permitido por ti. Para ello se ha podido usar la fuerza, el abuso de poder, las amenazas, la extorsión y/o la coacción.

Consecuencias psicológicas del abuso sexual

Cada persona reaccionará de manera diferente ante este hecho, desarrollando distintos síntomas o trastornos psicológicos.

En adultos (pueden aparecer por otros motivos):

  • Miedo a la autoridad.
  • Miedo a ser tocados (respuesta de sobresalto)
  • Miedo cuando están cerca de una persona concreta (que puede coincidir o no con el acosador)
  • Miedo a la intimidad y a estar solo.
  • Vergüenza.
  • Dificultades para socializar.
  • Dificultad para intimar con otros.
  • Problemas en la pareja.
  • Ansiedad.
  • Depresión.
  • Problemas sexuales.
  • Problemas de alimentación.
  • Problemas de sueño.
  • Trastornos de la personalidad.
  • Trastornos disociativos.
  • Trastorno por estrés postraumático.

En menores:

Cuando se trata de un niño, los síntomas pueden ser algo distintos (los descritos aquí también  pueden aparecer por otros motivos):

  • El rendimiento académico puede disminuir notablemente, ya que se da una falta de concentración y de atención importante, además de una gran desmotivación.
  • Ansiedad, nerviosismo y agitación.
  • Evitación del contacto físico.
  • Evita ir a lugares concretos.
  • Miedo a estar solo.
  • Enuresis (incontinencia urinaria).
  • Síntomas depresivos (desmotivación, decaimiento, aislamiento, etc.)
  • Problemas para socializar con otros niños y con adultos.
  • Trastornos del sueño y/o de la alimentación.
  • Conductas sexuales extrañas o inadecuadas (gran conocimiento de la sexualidad, mostrar interés por la vida sexual de los adultos, masturbarse compulsivamente, otros.)
  • Irritabilidad, ataques de ira, agresividad, llanto descontrolado.
  • Desconexión emocional.
  • Conductas regresivas (como chuparse el dedo)
  • Dolor o lesiones en zonas genitales.

Cabe aclarar que un único síntoma de los descritos en estas líneas no debe ser interpretado como indicador de abuso sexual. Pero cuantos más de estos síntomas se den, mayor debe ser nuestra alerta.

De todos ellos, los mejores indicadores de abuso sexual son aquellos que hacen referencia precisamente a este tipo de conducta, la sexual.

La actuación en este tipo de casos siempre debe hacerse desde distintos frentes. Primero, debe protegerse a la víctima de la persona abusadora en caso de saber o intuir quien es (más si la víctima es un menor). Obviamente tiene que denunciarse el caso para así frenar esta situación y ofrecer un apoyo total a la persona durante los trámites judiciales que suelen ser muy dolorosos.

¿Es útil la terapia psicológica en casos de abuso sexual?

La ayuda psicológica profesional es fundamental en estos casos, tanto para el menor como para el adulto,  para así ayudar a gestionar el malestar y evitar secuelas psicológicas a largo plazo.

Lo primero siempre será ofrecer la confianza y el clima adecuado para poder hablar de algo profundamente doloroso, en algunos casos incluso secreto, para poder verbalizar lo ocurrido y ponerle nombre, ABUSO SEXUAL.

A partir de este punto, habrá que trabajar todas las emociones asociadas a este hecho, como la culpa, la rabia o la vergüenza que con tanta frecuencia aparecen en la víctima. Reconocerse como tal, como víctima, ayuda a colocar a la persona abusadora como agresor, y así eliminar posibles justificaciones ante el hecho.

La psicoterapia también puede ayudar a sacar recursos propios de autoprotección y fortalezas, que quizás, debido al abuso, han quedado ocultos en la persona. El objetivo entonces será reactivarlos.

En los casos en que la persona tenga un trastorno por estrés postraumático, habrá que explicar y hacer entender porqué se tienen esos síntomas, explicar que se pueden agudizar al hablar del abuso sexual, y trabajar todos los síntomas que engloba este trastorno.

Un objetivo básico de la psicoterapia del abuso sexual será la reconstrucción de una identidad personal más fuerte, capaz de poner límites a las cosas que puedan hacer daño y capaz de relacionarse con los demás de una manera saludable. Una identidad que no asuma responsabilidad alguna en la situación de abuso y que entienda que es querida y valorada por ser quién es.

Si necesitas terapia psicológica no dudes en consultarnos, nos encantaría ayudarte. Te esperamos en nuestra Clínica de Psicología de Madrid.