Este es un tema de especial relevancia para CÍRCULO PSICOLOGÍA. Primero porque sentimos que los traumas psicológicos nos suceden con mayor frecuencia de la que podamos pensar. Todos nosotros tenemos nuestros pequeños o grandes traumas en el pasado y han podido interferir en distintas áreas y de distintas maneras en nuestras vidas (muchos de ellos no requerirán tratamiento psicológico) Por tanto, una de nuestras misiones es normalizar el trauma (a veces nos da mucho miedo utilizar esta palabra) Segundo, porque estamos especializados en ello. Por eso, vas a poder encontrar a partir de ahora numerosos post sobre esta temática.

Empecemos.

La palabra trauma proviene del griego (“herida”) y hace referencia tanto a aquellos acontecimientos que amenazan tu bienestar psíquico o mental como a las consecuencias que puedan tener estos acontecimientos a lo largo del tiempo para la salud y para la mente (repercusión cognitiva y emocional)

Según Janet “Es el resultado de la exposición a un acontecimiento estresante inevitable que sobrepasa los mecanismos de afrontamiento de la persona. Cuando las personas se sienten demasiado sobrepasadas por sus emociones, los recuerdos no pueden transformarse en experiencias narrativas neutras. El terror se convierte en una fobia al recuerdo que impide la integración (síntesis) del acontecimiento traumático y fragmenta los recuerdos traumáticos apartándolos de la consciencia ordinaria, dejándolos organizados en percepciones visuales, preocupaciones somáticos y reactuaciones conductuales”

¿Cómo pueden ser estos eventos traumáticos? Pueden ser eventos individuales intencionales (robo, atraco, abuso sexual), eventos individuales no intencionales (enfermedad o accidente), eventos comunitarios artificiales (actos terroristas) o eventos comunitarios naturales (desastres naturales). Esta clasificación es importante ya que normalmente los desastres provocados por personas producen unas consecuencias psicológicas mayores que los desastres naturales.

Las reacciones esperables al estar expuesto a una situación traumática son numerosas, y siempre dependerán de factores individuales de la persona. Las que te presentamos a continuación son algunas de las consecuencias más frecuentes.

Consecuencias emocionales: miedo, terror, ira, incredulidad, tristeza, irritabilidad, indefensión, pérdida de la capacidad de disfrutar de las cosas, desesperación.

Consecuencias cognitivas: aparición de pensamientos negativos e intrusivos, falta de concentración y de atención, distorsión de la realidad, baja autoestima y baja autoeficacia.

Consecuencias físicas: insomnio, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, fatiga, problemas inmunológicos, hiperactivación (tener reacciones de sobresalto o estar hipervigilante), problemas dermatológicos, pérdida o aumento de apetito, pérdida de libido.

Consecuencias psicosociales: interferencia en relaciones familiares, aislamiento, conflictos interpersonales, conflictos laborales, abuso de sustancias, desconexión de la vida social.

Cuando hemos estado expuestos a hechos como los que aquí describimos, los problemas psicológicos pueden aparecer en 2 formas: estrés agudo y estrés postraumático. Los criterios para diagnosticar uno u otro son similares excepto por el criterio temporal. Si los síntomas generados sobrepasan el mes de duración hablaremos de estrés postraumático, sino hablaremos de un episodio de estrés agudo.

¿Cómo puedo saber si padezco uno de estos 2 cuadros?

Hay tres síntomas fundamentales:

La reexperimentación: aparecen recuerdos persistentes del acontecimiento que incluyen imágenes, pensamientos, percepciones y emociones. Se puede reexperimentar a través de sueños y pesadillas, flashbacks, ilusiones o alucinaciones.

La evitación: harás esfuerzos por evitar pensamientos o conversaciones sobre el acontecimiento traumático, y también evitarás lugares, actividades o personas que te lo recuerden.

Aumento de la activación o arousal: podrás sentirte hipervigilante, con facilidad para sobresaltarte, estarás irritable y probablemente tengas problemas de sueño.

Los psicólogos nos encontramos con cierta frecuencia personas en nuestra consulta que no son conscientes o no pueden reconocer haber sido víctimas de un trauma. Esto puede deberse a varios motivos. El primero es la negación, no somos capaces de asimilar esta idea. El segundo puede deberse a la disociación, es decir, hemos podido separarnos emocionalmente (de manera involuntaria) del hecho o incluso borrarlo parcial o totalmente. El tercero, es que tenderemos a evitar hablar de la situación traumática.

Quiero decirte que los psicólogos estamos preparados para escucharte, para asimilar todo lo que tengas que decir y para ayudarte a buscar las palabras y los recuerdos en caso de que sea necesario.