¿Quién soy? ¿Quién eres?

Preguntas que cada uno de nosotros nos hacemos en alguna etapa de nuestra propia vida. La primera cuando hemos sido adolescentes y la segunda cuando, como padres, podemos llegar a pensar quién es el hijo que tenemos delante, tal es el cambio que observamos.

Este cambio que se produce en la adolescencia suele “descolocar” y “recolocar” en mayor o menor medida nuestras vidas. Superar adecuadamente esta etapa conduce a la vida adulta, asumida como tal, e interesante en la medida que uno apuesta por ello. La adolescencia es por tanto el paso del mundo infantil al mundo adulto y en este paso nuestros chicos suelen dar bandazos entre uno y otro.

Abarca aproximadamente desde los 12 / 13 años hasta más o menos los 20 años; etapa de cambio y de crisis en algunos casos, tanto para el joven como para los padres.

Diferentes aspectos son los que nos ayudan a reconocer las características del proceso adolescente:

Los cambios fisiológicos: Son mucho más fáciles de reconocer y asumir por los padres pero no por ello menos importantes para el adolescente que se encuentra ante un cuerpo que cambia y le sorprende con nuevas formas, con nuevas necesidades  que deberá conocer y asumirlo como suyo.

Como digo muy a menudo, cada persona tiene un ritmo y unos tiempos madurativos distintos dentro de la normalidad y esto que para el adulto es obvio, para el adolescente es más difícil Por esto surgen las comparaciones con sus iguales. La creación de una autoimagen positiva es muy importante.

Las hormonas no solo alteran su desarrollo sexual sino que además están relacionadas con lo emocional por lo que su sensibilidad está alterada y pueden pasar a ser cariñosos y amables y un rato después tiranos y testarudos.

Los cambios psicológicos: A padres y educadores nos cuesta mucho reconocer y situar estos cambios y en ocasiones se nos pueden escapar aspectos que hay que trabajar con el adolescente de manera especial.

  • La rebeldía que presentan como como una de sus señas de identidad es una actitud normal hasta un cierto punto ya que cuestionan lo establecido y muestra el adiós a su infancia y la incorporación a una vida adulta que cuestionan y deben de ir aceptando y modificando poco a poco ya que abren paso a sus nuevos retos, nuevas relaciones y van aprendiendo a sentir la familia de otra manera.
  • La crisis de oposición que se lleva a cabo y que puede ser más o menos intensa se realiza para formar un YO diferente que debe moldearse poco a poco para adaptarse a nuevos sentimientos y a otra visión de las cosas que rodean al adolescente. Una imaginación desbordada que le hace soñar con un mundo nuevo más independiente sin saber cómo se hace eso de ser independiente; que le hace soñar con el amor y que todavía no ha experimentado como para distinguirlo sin error (eso también nos pasa a los adultos…)
  • El narcisismo del adolescente le lleva a dedicar horas ante el espejo, buscando una estética que le distinga de la infancia y así mismo del adulto porque no sabe si quiere ser como él, al menos todavía. Su estética busca la pertenencia a su grupo de iguales.
  • La crisis de originalidad les lleva tanto al gusto por la soledad como a la excentricidad por la necesidad de ser distinto. Sin embargo, socialmente la pertenencia al grupo, su grupo, con señas de identidad concretas es muy importante en su vida: su música, su vestimenta, su forma de divertirse, etc.
  • La gran inseguridad que acompaña a esta evolución, puede producir sentimientos de angustia que se pueden expresar con agresividad, miedo al ridículo, obsesión con la dieta y el ejercicio físico, bajo estado anímico, etc.

El rendimiento escolar puede verse afectado y aparecer dificultades tanto a nivel de conducta como de resultados. Es un momento en que hay que estar atentos pues pueden aparecer problemas que no se han tratado antes.

En cuanto a la familia: conviene recordar que la diferencia de criterio y opinión del adolescente con respecto a los padres es normal. La crisis generacional existe y no hay que olvidar que los padres deben ejercer de padres, y no de amigos porque les dejaríamos sin el referente de adulto que necesitan. Hay que acercarse a ellos para que sepan que os tienen y que el amor os hace fuertes dando lo mejor de vosotros mismos. Evitar que en ese acercamiento se sientan invadidos y ofrecerles poco a poco la libertad que anhelan hasta que puedan sentirse seguros de sí mismos.

El sentido común y el cariño inmenso y desinteresado que vais ofreciendo desde que llegan a este mundo tiene que guiar cada uno de los pasos con vuestros hijos.

Vemos en nuestra consulta como algunos padres son especialmente sensibles al crecimiento de sus hijos, y cómo de manera consciente o inconsciente pueden frenar el desarrollo del hijo, su madurez, ya que eso supondría un cambio en ellos mismos, en la asunción de que poco a poco son menos necesarios. Al fin y al cabo, hablamos de un proceso de duelo que deben realizar los padres por la pérdida del niño pequeño necesitado de cuidados físicos y emocionales, y la incorporación en la familia de un joven cada vez más autónomo e independiente.

La adolescencia es una etapa hermosa de la vida. Es cierto que a veces parece que presionamos demasiado a nuestros “teenagers” para que sean de una u otra manera, y no nos paramos a pensar que ese proceso de reajuste y de cambios es normal y saludable. Nos hace crecer y formarnos como personas. No podemos demonizar esta etapa o verla con temor (sobre todo los padres) ya que estos cambios bien gestionados a nivel individual y familiar pueden ayudar a conformar grandes personas.

Recordaros, como siempre, que aquí estamos para colaborar con vosotros en este camino que realizáis padres e hijos.

 

La especialización en el campo de la psicología del adolescente es deseable para los psicoterapeutas. En nuestro equipo contamos con psicólogos expertos en terapia con adolescentes, así que padres, si necesitáis asesoramiento o un servicio más especializado, no dudéis en consultarnos. Nos encontráis en vuestra clínica de psicología en Madrid, Círculo Psicología.